OPINIÓN. Desde Rivera Eduardo Mérica para FUTBOL URUGUAYO.
Fue en Rivera, en el estadio Atilio Paiva Olivera, donde regresó la fiesta del fútbol uruguayo y donde la región norte de Uruguay accedió a los ídolos y así llegó la multitud barra aurinegra. Fue en Rivera, la lejana ciudad fronteriza uruguaya, también, donde se jugó un partido oficial por el torneo Clausura, después de muchos veranos.
Tacuarembó y Peñarol iniciaron esos enfrentamientos profesionales en Rivera, donde no queda casi nada atractivo en materia de espectáculo deportivo. Por eso este encuentro, fue una especie de “clásico”, que había despertado todas las expectativas.
El operativo de seguridad comprendió a muchos policías de Rivera y de Montevideo, incluyendo un control severo en cada una de las tribunas del Paiva Olivera, porque el choque era de alto riesgo para el estadio y para la ciudad.
Rivera, desde horas muy tempranas se iba a encontrar en una proporción de 15.000 hinchas o más contra nadie, porque esa es nuestra realidad. Sin embargo, más allá de la evidente tensión que vivió la frontera, en cada rincón compartido por Tacuarembó y Peñarol, no hubo nada que lamentar más allá de los sitios tomados y que fueron ocupados por las barras aurinegras, que con sus cánticos estuvieron por todos lados… Frente al Hotel Rivera Casino & Resort, por el centro, en las Plazas Parque Internacional y Plaza Venancio Flores y en la cancha (donde hacía rato no se vivía una fiesta como la que se vivió) unos y otros jugaron un partido que pasó a la historia.
Ráfagas de buen fútbol y dos golazos de cabeza salvaron un espectáculo que disfrutó la familia y hasta los barras más bravos.
El partido Tacuarembó FC – Peñarol fue de un colorido, adentro y afuera, nunca visto.
Y fue en Rivera. ¿Será ése el famoso momento que brindó el fútbol del que tanto se habla por aquí?
Fue en Rivera, en el estadio Atilio Paiva Olivera, donde regresó la fiesta del fútbol uruguayo y donde la región norte de Uruguay accedió a los ídolos y así llegó la multitud barra aurinegra. Fue en Rivera, la lejana ciudad fronteriza uruguaya, también, donde se jugó un partido oficial por el torneo Clausura, después de muchos veranos.
Tacuarembó y Peñarol iniciaron esos enfrentamientos profesionales en Rivera, donde no queda casi nada atractivo en materia de espectáculo deportivo. Por eso este encuentro, fue una especie de “clásico”, que había despertado todas las expectativas.
El operativo de seguridad comprendió a muchos policías de Rivera y de Montevideo, incluyendo un control severo en cada una de las tribunas del Paiva Olivera, porque el choque era de alto riesgo para el estadio y para la ciudad.
Rivera, desde horas muy tempranas se iba a encontrar en una proporción de 15.000 hinchas o más contra nadie, porque esa es nuestra realidad. Sin embargo, más allá de la evidente tensión que vivió la frontera, en cada rincón compartido por Tacuarembó y Peñarol, no hubo nada que lamentar más allá de los sitios tomados y que fueron ocupados por las barras aurinegras, que con sus cánticos estuvieron por todos lados… Frente al Hotel Rivera Casino & Resort, por el centro, en las Plazas Parque Internacional y Plaza Venancio Flores y en la cancha (donde hacía rato no se vivía una fiesta como la que se vivió) unos y otros jugaron un partido que pasó a la historia.
Ráfagas de buen fútbol y dos golazos de cabeza salvaron un espectáculo que disfrutó la familia y hasta los barras más bravos.
El partido Tacuarembó FC – Peñarol fue de un colorido, adentro y afuera, nunca visto.
Y fue en Rivera. ¿Será ése el famoso momento que brindó el fútbol del que tanto se habla por aquí?
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